LOS GESTOS
#1. Gestos emblemáticos
Los
gestos emblemáticos
tienen una traducción verbal concreta sin necesidad de usar palabras, y
son perfectamente comprendidos sin más explicación. Uno de los más
populares y universales es la típica señal con el puño cerrado y el
pulgar hacia arriba, para indicar que
todo va bien. Otros gestos emblemáticos tienen un alcance más limitado en función de la cultura, como llevar la
mano a la sien para
saludar o colocarla en el
pecho como
expresión de respeto al oír el himno nacional.
#2. Gestos ilustradores
Los gestos ilustradores son los que acompañan el discurso,
forman parte del mismo y lo enriquecen. Se emplean para representar
visualmente lo que se dice. Están estrechamente asociados a la credibilidad. Se disparan de forma automática, unas milésimas de segundo antes que las palabras a las que van vinculados. Forman parte de nuestra personalidad, por lo que debemos tener mucho cuidado a la hora de cambiarlos intencionadamente, para no resultar artificiales.
#3. Gestos reguladores
Los
gestos reguladores son los que utilizamos para facilitar el
flujo de la comunicación y para
interactuar
con los demás. Con ellos indicamos, por ejemplo, que hemos terminado de
hablar o que esperamos una respuesta. Ofrecer la mano para saludar, o
levantarla para “frenar” a nuestro interlocutor, son gestos ilustradores
frecuentes.
#4. Gestos adaptadores
Los gestos adaptadores son aquellos movimientos que realizamos tocando nuestro propio cuerpo o manipulando
algún objeto, como ajustarnos los puños de la camisa o llevarnos la
mano a la boca. Están vinculados fundamentalmente al manejo de las emociones. Se incrementan con la tensión y el estrés -como los típicos tics nerviosos-. También nos sirven para controlar o disimular nuestro estado emocional, o para ayudarnos en la concentración.
#5. Gestos manifestadores de afecto
Los
gestos manifestadores de afecto también están vinculados a las
emociones, pero se diferencian de los adaptadores por su papel en la
socialización: nos sirven para
comunicar a los demás nuestros
sentimientos.
Se aprecian fácilmente por las expresiones faciales que los acompañan, y
por los movimientos de las extremidades superiores y la postura
corporal de acercamiento.
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